sábado, 12 de septiembre de 2009

Lo que nunca fuimos

Todavía me siento en el mismo lugar
a buscar el universo que se perdió en la mirada
pensante de aquellos momentos

de plenitud
de sentimiento
de extraña inconsciencia,
De amor que quiso vivir inmenso,

tan grande que nuestras sombras iluminaría.
Tan fuerte, que nuestras ansiedades se bebería.
Tan vulnerable, que sin haber nacido moriría.

No sé porque.
Pero a veces fugaz también te pienso.
Y apagada en tu pradera, te veo distorsionar
al tiempo, confundida en el tallo amargo de una rosa,

queriendo dormir péndulos con olvido,
deshilando lágrimas de tu pena entre espinas fibrosas,
y de un carrete mojado,
volver a tejer recuerdos conmigo.

¡Ay mujer!
Que estribada en alguna mejilla has de estar
maltratando epístolas que no me llegaron,
fantasmas que no se te fueron.

Y en ese mismo instante,
no muy lejos de tu orilla, me veo solo
recorrer el sendero donde frías descansan evidencias,
lamiendo el recogido sudor de huellas extintas,
de fósiles penitencias,
de lo que no cometimos.

Todavía me siento en el mismo lugar,
y en ajados dialectos, con verdes tintas,
de otros alfabetos roídos en dulce piedad,
sigo dejando escrita la posibilidad
de volver a ser lo que nunca fuimos.

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